Y mientras descendía por la escalera, arrastrando el borde de su vestido tan a prisa como le era posible, uno de sus zapatos de cristal decidió desprenderse de su diminuto pie. Las agujas del reloj se disponían a abandonar la nefasta posición límite, la medianoche se marchaba con más rapidez, Cenicienta había agotado su tiempo. Tras su estela, una tenue abalorios, resplandecía a la luz de las velas.
figura blanquecina se hundía en la oscuridad. Sólo se podía oír el eco de una tuerta pisada en el vacío del pasadizo. A los pies del príncipe, una delicada joya, una pieza de exquisitos
Así comienza la saga de Cenicienta, la jovencita que remontando su humilde condición escaló hasta… Pero bueno, esta no es la historia que he venido a contarles. Les hablaré de una realidad que, tal parece, a nadie le ha interesado desentrañar. ¿Creen que los zapatitos de cristal surgieron de la nada, con solo agitar una varita? Si así lo creías es hora de que abras los ojos, soy el Hada Madrina y te cuento mi parte de la historia. No, no es una historia de amarguras ni resentimientos. Quizá te sirva, también tú puedes ser una experta haciendo regalos tan singulares como los que has oído que yo solía entregar.
Bien, el tiempo se agota, también yo tengo un límite de tiempo. Si quieres sorprender a una ahijada que pretende deslumbrar a algún príncipe, de entre los tantos que hay ahora, lo primero que deberás hacer es aprender el antiguo arte de moldeado del vidrio. Habrás de tener preparado un horno que pueda entregar la temperatura necesaria para derretirlo. Luego, encargar un cargamento de abalorios al por mayor que utilizarás para enjaezar debidamente la superficie del zapatito. El secreto para engarzar cada adminículo en su correcta posición la obtendrás del Libro de los Secretos. No, no te asustes, para obtenerlo no tendrás que hacer ningún peregrinaje a parajes recónditos, este libro está en tu interior.
Toma entre tus maños un buen puñado de abalorios; no te preocupes por elegir los correctos, el libro que mora en tu interior se encargará de hacerlo por ti. Cuando los tengas colgando entre tus dedos, manifestándose en sus coloridas formas, toma una, indistintamente, y sitúala en su posición definitiva sobre el zapatito de cristal. Por supuesto, lo has adivinado, tampoco necesitas saber dónde ponerlo, no lo pienses, hazlo sin preguntar por qué, las mejores obras de arte se hicieron así. Hay una frase, «cuando la inspiración pase por tu lado, tiene que encontrarte trabajando», eso es precisamente lo que estás haciendo, convocar a los polvos mágicos; el verdadero movimiento de varita.
Para que lo etéreo se materialice necesita de un medio a través del cual fijarse a la realidad. Tú encárgate de tener todo a la mano, ordena tus abalorios al por mayorcon anticipación; luego empieza a trabajar, dale a tus manos una razón para existir y a tus ojos un motivo para enorgullecerse. Cuando hayas terminado, en el instante en que el éxtasis de la inspiración se disponga a visitar a algún otro, no darás crédito a lo que has sido capaz de crear. Un zapatito de cristal, idéntico al que alguna vez leíste en un cuento de hadas, tremola grácilmente en la palma de tu mano.
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