Era un día entre semana como cualquier otro. Un día de esos en que solo haces lo rutinario, levantarte, dar de desayunar a la familia, dejar a los niños en el colegio, recoger la casa, preparar comida, etc., etc., un día normal. Por la tarde los niños tenían una “piñata”, un cumpleaños de un compañero de la escuela y los fui a
llevar. En eso me habla mi marido y me pregunta que en que parte de la ciudad andaba, porque se acordaba que iba a llevar a los niños a una fiesta. Le comenté que ya estaba en casa comprando unas pulseras y la bisutería al por mayor online, que necesitaba para el negocio y me dijo espérame ahí, avisa que vas a dejar el auto en esa casa, paso por ti. No me tardo que ya estoy cerca.
Pues así como me lo pidió, lo hice, entré a la casa, hablé con la mamá del niño del cumpleaños, le dije que iba a dejar mi auto ahí. Pregunté a que hora se terminaba la fiesta y quedé estar de regreso a esa hora. Mi marido ya estaba esperando afuera de la casa y en cuanto me vió me dio un delicioso beso y me comentó: “vengo por ti para ir a caminar por la playa, tomado de tu mano”.
Me sorprendió tanto que solo atiné a esbozar una sonrisa, abrir mis ojos lo más grande que me dan y a darle un beso de agradecimiento. Llegamos a la playa, estacionó el auto, me abrió la puerta y me puso unas sandalias en el asfalto. Cambio mis zapatos por algo mas adecuado para caminar sobre la arena y enseguida él hizo lo mismo. Nos arremangamos la ropa y llegamos a la playa, hicimos un recorrido por la orilla del mar, caminando de forma lenta, el tomando mi mano, en ocasiones me abrazaba o me daba un beso, jugueteamos con las olas del mar, la arena, nos reímos a nuestras anchas y platicamos como hace tiempo no lo hacíamos.
Cuando le pregunté de que se trataba todo esto, solo dijo que tenía ganas de estar conmigo, sin prisas, sin preocupaciones. Que quería pasar un tiempo juntos y poder disfrutar nuestra compañía fuera de la rutina del hogar. En ese momento recordé porque me había enamorado de él. Siempre está buscando aprovechar cada momento, cada situación y buscando la mejor manera de hacerlo. Y lo mejor de todo es que siempre me incluye en sus planes. SIEMPRE.
El tiempo fue pasando y empezó a atardecer. Me sentía la mujer mas afortunada del mundo, porque podía sentir que ese hombre que estaba a mi lado, de verdad me amaba. Me había sorprendido con una tarde romántica, estaba en una espectacular playa, tomada de la mano del hombre que amo, disfrutando de las maravillas que la naturaleza nos regala, un hermoso atardecer en la playa. Ese día me quedó muy claro que no es necesario planear algo muy caro para que resulte ser una excelente tarde romántica con tu pareja. Solo hay que saber aprovechar la ocasión.
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